Mientras el primer ministro británico Boris Johnson anunciaba el plan de desescalada en el Reino Unido, un primer estudio sobre vacunas demuestra que el desarrollo de Pfizer/BioNTech reduce el riesgo de hospitalización cuatro semanas después de la primera dosis hasta en un 85% y el de AstraZeneca hasta en un 94%.
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Según el trabajo para Escocia publicado el lunes por la Universidad de Edimburgo, la Universidad de Strathclyde y Public Health Scotland, además entre los mayores de 80 años, la disminución alcanzó el 81% con la candidata de Pfizer, mientras que los ensayos clínicos de la vacuna AstraZeneca no habían incluido pacientes de edad avanzada. Esto sugiere que las vacunas están cumpliendo sus objetivos, al reducir significativamente el número de casos graves desde la primera dosis.
“La brillante noticia es que el estudio sugiere que el programa de administración de vacunas, en su formato actual está funcionando”, sostuvo la Dra. Josie Murray, de Public Health Scotland, que participó en el estudio, conocido como proyecto EAVE-II, al periódico The Guardian.
Lo cierto es que los números de nuevos contagios, hospitalizaciones o muertes diarias, comienzan a disminuir en todo el país, a pesar de la prudencia de Boris Johnson, quien quiere un “desconfinamiento cuidado”.
Para los expertos, la combinación de un tercer bloqueo, desde enero pasado, y una fuerte campaña de vacunación posibilitaron detener la propagación del coronavirus y su variante local, permitiendo que los hospitales y el sistema de salud no colapsen.
Junto a los buenos datos que llegan de Estados Unidos e Israel, el caso británico es observado con atención por el resto del mundo: el plan de vacunas inglés ya ha permitido administrar al menos una dosis a uno de cada tres adultos en Reino Unido. Un total de 17,58 millones de británicos ya lo han recibido, aunque solo 615.148 también han recibido una segunda inyección.
La cuestionada estrategia inglesa
Los buenos resultados, además, frenan las críticas sobre la estrategia de aplicación y aprobación de desarrollos por parte del Reino Unido. Recordemos que muchos países cuestionaron cierta “ligereza” de Londres en aprobar las vacunas de Pfizer y AstraZeneca a partir de diciembre gracias a procedimientos de urgencia.
Otra de las críticas, por parte de los expertos, fue la decisión de las autoridades sanitarias inglesas de posponer la inyección de la segunda dosis hasta doce semanas, independientemente de la vacuna, para llegar a la mayor cantidad de personas posible con el primer “golpe”, aunque Pfizer recomendó en cambio tres semanas entre las dos de su desarrollo.
Para el caso del producto de AstraZeneca y la Universidad de Oxford, de la cual el Reino Unido tiene en grandes cantidades con 2 millones de dosis entregadas cada semana, la decisión de no hacer distinción de edad, como lo hacen sus vecinos europeos, fue tema de observación. Algunos ex socios creyeron que no hay suficiente información y prefirieron no ofrecérsela a mayores de 65 años.
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